Pasajera 1--Pasajera by Alexandra Bracken

Pasajera 1--Pasajera by Alexandra Bracken

autor:Alexandra Bracken [Alexandra Bracken]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788427211995
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2017-04-03T00:00:00+00:00


El Museo Británico estaba cerrado.

Debería haber creído al tendero, pero le parecía imposible que hubieran llegado tan lejos para encontrarse con unas enormes verjas negras cerradas. Cuanto más tiempo pasaban allí, más le parecía que el sombrío edificio de piedra, con columnas y relieves inspirados en la Antigüedad, estaba a punto de desvanecerse. Era como si se burlara de ellos.

Y, para empeorar la situación, Etta sacó la armónica de la bolsa de cuero, que aún llevaba Nicholas —una armónica que parecía idéntica a la que había tocado Cyrus Ironwood para encontrar el pasadizo en Nueva York— y tocó las mismas tres notas. Aguzó el oído y se pegó el máximo posible a las verjas, como si así fuera a oír un ruido que no se estaba produciendo.

—Nada —comentó Nicholas.

—Nada. —Etta metió la armónica de nuevo en la bolsa y la cerró con más fuerza de la que era necesaria—. Por mucho que se hubieran llevado las estatuas, albergaba la esperanza de que el pasadizo siguiera aquí.

—Puede que hayamos infravalorado a tu madre. No era normal que lo hubiera puesto tan fácil.

—¿Una guerra mundial no te parece suficiente obstáculo? —le preguntó ella mientras se frotaba la cara—. De acuerdo, veamos, solo tenemos que pensarlo bien.

—Tengo una idea, aunque me temo que es horrible —comentó el joven al tiempo que estudiaba el cerrojo de las verjas y las empujaba de nuevo con fuerza.

—Es mejor tener una mala idea que no tener ninguna.

—Me alegro de que pienses así, porque es muy mala, de verdad. Podríamos ir a la parte de atrás del museo y yo te auparía por encima de la verja. Luego, podrías colarte en el edificio y secuestrar a los guardias y restauradores que haya dentro hasta que te digan dónde se encuentran las estatuas.

—¿Secuestrarlos?

—Claro, así es como los piratas de verdad, como Barba Negra, por ejemplo, obtuvieron la mayor parte de su tesoro. Pedían rescate a cambio de ciudades enteras. Mira, incluso te enseñaré a usar el revólver.

A pesar de todo, Etta sonrió.

—Aprecio de verdad la fe que tienes en mis habilidades criminales, pero aunque encontrara a alguien ahí dentro, no creo que consiguiera nada, excepto que llamara a la policía para que me llevaran detenida. Yo diría que buscamos una información por la que cualquiera daría la vida.

Nicholas se apoyó en la verja.

—¿De verdad habrán cambiado de emplazamiento tantísimos objetos valiosos?

Etta hizo un gesto hacia las calles que los rodeaban, los montones de escombros, los edificios quemados de los que solo quedaba en pie la fachada.

—Si consideran que existe la más mínima posibilidad de que los destruyan o los saqueen, sí. Sé que has dicho que no querías saber nada al respecto, pero resulta que Alemania invade Francia y ocupa París durante gran parte de la guerra. Francia hace lo mismo con los cuadros y esculturas del Louvre: los restauradores y otros voluntarios los esconden en diferentes sitios de la campiña, cosa que, al final, sirve para salvarlos.

—La primera vez que oí hablar de esta guerra pensé que Julian se estaba riendo de mí —admitió Nicholas.



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